Jaina Valiente nació poco antes de la Primera Guerra, es la hija menor del almirante Daelin Valiente de Kul Tiras y una gran aliada de Lordaeron y de Azeroth. Desde muy pequeña, Jaina adoraba oír historias sobre la guardiana Aegwynn. Pronto descubrió su talento mágico, por lo que fue enviada a Dalaran donde fue instruida por el gran archimago Antonidas. Allí se convirtió en una de las pocas mujeres hechiceras en servir directamente a Dalaran. Sintiendo la presión de su mentor y el heroico linaje del que provenía que provocaba que los ojos de todos los ciudadanos se fijasen en ella, Jaina centró toda su atención en sus estudios. Dada su procedencia (casa real de Kul Tiras), era inevitable que llegara a conocer a Arthas, el heredero al trono de Lordaeron. Se encontraron por primera vez en la Catedral de Ciudad Capital y desde entonces, crecieron bajo el amparo de una gran amistad, que luego se tornó en romance. Otro príncipe, Kael'thas que estudiaba en Dalaran, también suspiraba por Jaina pero ella eligió a Arthas. Su primera aventura juntos sucedió una de las veces que Arthas la escoltó hasta Dalaran, cuando la llevó a ver uno de los campos de internamiento donde se encontraban prisioneros los orcos capturados tras la Segunda Guerra. Estaban tan enamorados que incluso estuvieron pensando en el matrimonio. Sin embargo, Arthas se preguntaba si estaban listos para estar juntos de por vida y rompió abruptamente su relación para que Jaina se centrara en sus estudios y él en sus obligaciones en Lordaeron. A Jaina le dolió bastante la decisón de Arthas pero no la cuestionó. Pronto se daría cuenta que era lo correcto. Tiempo después, decidieron reanimar su romance, pero esto ocurrió justo cuando apareció La Plaga, sus vidas cambiaron para siempre.
Muchos años después, Antonidas, deseoso de saber más acerca de la peste que se extendía en el norte de Lordaeron, fue visitado por un misterioso profeta, quien le habló acerca de la Legión y le aconsejó abandonar Lordaeron y huir hacia el oeste, a Kalimdor. Antonidas rechazó las advertencias del profeta, tomándolo por un loco insensato, pero Jaina, que se había ocultado y había escuchado todo, sintió gran poder en el profeta y pensó que tal vez deberían hacer caso a sus advertencias. Antonidas, que seguía en desacuerdo, envió entonces a Jaina a ayudar a Arthas a investigar la peste en la aldea del norte de Rémol. Tras investigar el pueblo, Jaina vio cosas muy extrañas, incluyendo un nigromante y una criatura hecha de cuerpos diferentes. Se enfrentaron a varios no-muertos y finalmente encontraron un granero que contenía alimento infestado por el veneno. Las cajas llevaban el sello de Andorhal, la principal ciudad distribuidora de grano en todo Lordaeron. Arthas y Jaina persiguieron al nigromante quien, antes de desaparecer, se identificó como Kel'Thuzad, un antiguo miembro del Kirin Tor. Ya en Andorhal, se encontraron con un ejército de no-muertos a los que derrotaron, persiguiendo al nigromante que finalmente murió a manos de Arthas. Jaina y Arthas se encaminaron a la parte central de Lordaeron para descansar en el pequeño pueblo de Vega del Amparo. Sin embargo, al llegar descubrieron que el grano infectado proveniente de Andorhal ya había llegado y había sido distribuido entre los ciudadanos. La peste no mataba a los consumidores, sino que los transformaba en no-muertos. De mala gana pero con impaciencia, Jaina abandonó el lugar para avisar a Uther y buscar refuerzos. Al volver con los Caballeros de la Mano de Plata, Vega del Amaro ya había sido destruida pero Arthas continuaba luchando en una batalla casi perdida. Con la ayuda de Uther, lograron hacer retroceder a los no-muertos. El Príncipe Arthas, desmoralizado y horrorizado por las aplastantes fuerzas de no-muertos, se comprometió a ir a Stratholme, donde esperaba enfrentarse a Mal'Ganis, el responsable de la distribución del grano envenenado. Jaina y Uther no tuvieron otra opción que seguir al príncipe a Stratholme, pero no llegaron a tiempo para evitar que los ciudadanos consumieran el grano contaminado. Los tres héroes sabían que los habitantes de Stratholme se convertirían en no-muertos en sólo cuestión de tiempo. Arthas tomó la terrible decisión de purgar la ciudad, asesinando a todos sus habitantes, pero Uther no podía permitir la muerte de personas indefensas cuyo único error había sido consumir el grano infectado. Sin embargo, dejarlos con vida haría que pronto se conviertan en una amenaza. Uther rehusó ayudar a Arthas en la matanza, lo que provocó la furia del príncipe que lo acusó de traición, disolviendo la orden de la Mano de Plata. Para sorpresa de Arthas, Jaina escogió seguir a Uther. Jaina y Uther regresaron a las ardientes ruinas de Stratholme una vez que Arthas hubo acabado con todos y ambos quedaron horrorizados con lo que vieron. Fue entonces cuando Jaina recibió la visita del profeta que anteriormente había ido a hablar con Antonidas y también al Rey Terenas Menethil. El profeta vio en ella a una líder y le ordenó conducir a su pueblo y viajar al oeste, escapando de Lordaeron y de su hogar en Kul Tiras. Jaina, convencida por las palabras del profeta, hizo los preparativos para el gran viaje. Poco después de su partida, empezó la invasión a Lordaeron.
llegar a Kalimdor, Jaina se sorprendió de encontrarse con los orcos, que habían llegado a Kalimdor por mar. Creyendo que la Horda la había seguido desde Lordaeron, les plantó cara junto a varios de sus caballeros y luchó contra un grupo que estaban dirigidos por Grom Grito Infernal. Viéndose superada, la maga buscó un lugar donde poder mantener a raya a los orcos. La Cima del Espolón era una buena opción, y además Jaina percibía un gran poder proveniente de la cima de la montaña. Después de que sus fuerzas fueron derrotadas en la defensa de la montaña, Jaina llevó a una pequeña expedición a su interior, con el anhelo de encontrar algún tipo de poder que la ayudara a derrotar a los orcos. Pero alguien los seguía. A llegar al interior de la montaña, Jaina se encontró con Thrall y Cairne. Cuando la acción iba a sustituir a las palabras, el Oráculo, que en realidad era el profeta que se les había aparecido a todos en Lordaeron, interrumpió a los líderes y les rogó que unieran sus fuerzas para derrotar a la Legión Ardiente. Jaina accedió con desgano y desconfianza, y le explicó a Thrall que si quería su colaboración, tendría que vigilar a los orcos con los que había estado luchando. Al ver que Grom no respondía de sus actos por haber sido corrompido por la sangre de Mannoroth, Thrall y Jaina trazaron un plan. La maga le dio al orco una Gema del Alma, que usó para capturar la esencia de Grom y devolverle la razón. Jaina y Thrall continuaron siendo aliados, aunque a sus ejércitos no les hiciera mucha gracia. Juntos, lucharon contra los no-muertos, incluso contra las tácticas de guerrilla de los elfos. Aunque sus alianzas los mantenían unidos, sus vidas pendían de un hilo. Finalmente, Thrall tuvo una visión y Jaina lo siguió hasta una cueva donde se encontraron con los líderes de los elfos de la noche: Malfurion y Tyrande. También se encontraba allí el Profeta que reveló su identidad, Medivh el Guardián, que había regresado a corregir sus errores cometidos tiempo atrás. Reunidos todos los presentes, Medivh les rogó a humanos, orcos y elfos de la noche que unieran sus fuerzas para hacer frente a la Legión, que pretendía llegar hasta Nordrassil, el Árbol del Mundo de la cima del Monte Hyjal, para destruirlo. Su discursó caló entre los líderes que aceptaron defender juntos la montaña sagrada. Jaina planteó una primera defensa contra el avance de la Legión en la base de la montaña. Al ser la primera línea defensiva, la base de Jaina fue la primera en caer. Antes de caer, Jaina usó sus hechizos de teletransporte para moverse hasta el campamento de los orcos, situado a medio camino de la cima que también fue pasto de los demonios. De nuevo, Jaina usó su teletransporte para llevar a Thrall a lugar seguro mientras Archimonde y sus guardias del apocalipsis se abrían camino hasta la cumbre donde fueron finalmente derrotados por los espíritus guardianes despertados por Malfurion.
La derrota de la Legión en el Monte Hyjal, Jaina llevó a sus refugiados a una región en la costa este de Kalimdor, donde fundó la ciudad de Theramore. No se sabe exactamente en qué momento se fundó la ciudad (las fuentes difieren entre si fue antes o después de la Batalla de Hyjal), pero su papel fue clave para la fundación de la nación orca de Durotar. Cuando Rexxar llegó a Theramore para pedirle explicaciones a Jaina sobre la invasión de fuerzas humanas a Durotar y el intento de asesinato contra Thrall. Jaina negó todo conocimiento sobre esas actividades y se ofreció a ayudar al Mok'Nathal a investigar sobre estos hechos. Al llegar al lugar donde las fuerzas humanas se habían apostado, descubrieron que la zona estaba siendo atacada por los naga. Los humanos cayeron pero uno de los marinos moribundos, confesó a Jaina que su padre, el Almirante de Kul Tiras, estaba detrás de todas las hostilidades contra los orcos. Jaina volvió con Rexxar y Rokhan de vuelta a Theramore y descubrió con horror que su padre había decidido rendirle una visita. Al verlos, Daelin reclamó a los acomañantes de su hija como prisioneros y los mandó detener. Jaina le reprochó a su padre que la Horda ya no era enemiga de la Alianza y ayudó a escapar a Rexxar y Rokhan. Cuando tales noticias llegaron a oídos de Thrall, se formó un grupo de asalto para expulsar a las fuerzas de Kul Tiras de Theramore. Jaina le suplicó a Thrall que respetase a los humanos que estaban bajo su mando, porque era la única familia que le quedaba. Además, ayudó a Rexxar a romper el fuerte bloqueo marítimo que había establecido su padre y dio órdenes a sus tropas para que no intervinieran cuando se produjo el asalto final. Con esta ayuda, la Horda invadió la isla y Daelin se refugió en el castillo junto con sus tropas de élite aunque finalmente cayó derrotado por Rexxar. "¿Por que no escuchaste?" fueron las últimas palabras que el Almirante escuchó por boca de Jaina.
Kalimdor y Durotar permanecieron en relativa paz durante tres años. A pesar de las últimas alianzas, ambos aún desconfiaban uno del otro y cualquier pequeño incidente tenía sobredimensionar su importancia. Es lo que pasó cuando una serie de incidentes marítimos elevaron la tensión de ambas potencias cuando los goblin, que controlaban el único puerto neutral de la región, se quejaron. A pesar de la tensión, Thrall pidió ayuda a Jaina para volver a situar una manada de lagartos de trueno que habían sido dispersados por una misteriosa operación de deforestación en el Monte del Trueno. Jaina intentó trasladar a los lagartos a la inhabitada región al otro lado de Mulgore, pero quedó asombrada al descubrir que la región protegía mágicamente a su único habitante: Aegwynn. Un demonio menor, Zmodlor había revivido al clan Burning Blade y planeaba crear una guerra entre la Alianza y la Horda. Jaina y Aegwynn regresaron a toda prisa a Theramore, por desgracia, el único chambelán de Jaina había sido corrompido por las influencias del clan orco. Tras negociar con el tránsfuga, éste aceptó llevarles hasta Zmodlor. Desafortunadamente, el demonio estaba protegido por una pequeña escuadra de brujos. Tras luchar, Jaina quedó agotada y estuvo a punto de morir, pero Aegwynn logró salvarla usando su propia vida. Finalmente lograron derrotar a los brujos y desterrar a Zmodlor al Vacío Abisal. Tras la crisis, Jaina y Thrall firmaron un tratado de no agresión para garantizar que la desconfianza mutua entre su gente no lleguara de nuevo a los límites de la guerra. Contra viento y marea, Aegwynn sobrevivió y asumió las funciones que dejó el chambelán de Jaina.
Jaina fua la primera en presentir el regreso del Rey Exánime, una vez que Arthas hubo desterrado a Ner'zhul de su mente y abriera los ojos por primera vez en años. Tras los incidentes de Angrathar donde se produjo la supuesta muerte de Bolvar Fordragón, Varian preparó a su ejército para iniciar una guerra total contra la Horda. Desesperada por evitar una Cuarta Guerra, Jaina se teletransportó a Orgrimmar para interrogar a Thrall y descubrir lo que realmente pasó en Rasganorte. Así fue como se enteró que Sylvanas había perdido el control de Entrañas y que Varimathras y Putress, que se habían adueñado de la ciudad y traicionado a la Horda, eran los autores de la muerte de Bolvar. Thrall le dijo que la Horda no tenía ninguna intención en atacar a la Alianza y que se encargaría del nuevo traidor. Jaina acordó en persuadir a Varian acerca de una guerra contra la Horda, pero le advirtió que no sería nada fácil pues el Alto señor era como un hermano para el rey. Los ejércitos de Thrall (intentando retomar el control de Entrañas) y los de Varian (intentando retomar Lordaeron para la Alianza y llevar a Putress a la justicia) se encontraron en Entrañas. Negándose a permitir que la Horda y la Alianza lleguaran de nuevo a una guerra otra vez, Jaina congeló al ejército de la Alianza y los teletransportó a Ventormenta.
Cuando Brann Barbabronce descubrió que Yogg-Saron había escapado de su prisión ancestral en Ulduar, Rhonin y Jaina convocaron una cumbre entre la Alianza y de la Horda en la Ciudadela Violeta. Mientras Rhonin interrogaba a Varian sobre la situación, Jaina vio que Thrall y Garrosh subían la escalinata de acceso a la tore, mucho antes de la hora a la que habían sido convocados. Jaina trató de detenerlos antes de que se produjera otro enfrentamiento pero cuando Varian y Garrosh se vieron, no tardaron en lanzarse el uno contra el otro. Rohnin tuvo que separarlos y Varian rehusó trabajar con la Horda tras lo que ocurrió en la Puerta de Cólera. Jaina se preguntó en voz alta, quién sería entonces la esperanza que derrotaría a Yogg-Saron.
Jaina acompañada por el Rey Varian, asistió a los torneos en el Coliseo de los Cruzados en Corona de Hielo, junto a varios campeones y representantes de la Alianza. Tras la finalización del Torneo Argenta y el asalto a la Ciudadela Corona de Hielo, Jaina llegó a Las Cámaras Heladas para enfrentarse al Rey Exánime y tratar de razonar con el Señor Oscuro para liberar el espíritu de su amor perdido, Arthas. Tras atravesar la Forja de Almas y el Foso de Saron junto a un pequeño grupo de héroes de la Alianza, llegaron a las Cámaras de la Reflexión. Dentro del pequeño habitáculo personal del Rey Exánime, Jaina y sus tropas descubrieron la Agonía de Escarcha, la espada maldita que transformó a Arthas en un Caballero de la Muerte. La maga se comunicó con las almas del interior de la hoja rúnica y para su sorpresa, el espíritu de Uther apareció y le contó una terrible verdad. No sólo le informó que Arthas no era más que un destello de luz en la inmensidad de la ira del Rey Exánime sino que, para proteger Azeroth, el Rey Exánime tenía que morir y alguien debía de sustituirle al frente de La Plaga como último sacrificio.>
Súbitamente, el Rey Exánime entró a la cámara y el alma de Uther regresó a Agonía de Escarcha. Arthas reconoció a Jaina mientras recuperaba la espada de su pedestal. Invocó a Falric y a Marwyn, dos capitanes que lucharon junto a Jaina durante la Tercera Guerra que comenzaron a luchar contra los intrusos mientras el Rey Exánime se retiraba a sus cámaras privadas. Jaina estaba decidida a salvar a Arthas y lo persiguió hasta que las puertas se cerraron. Cuando los aliados de Jaina derrotaban a los dos capitanes, corrieron en su ayuda y la encontraron al borde de la derrota, luchando contra su antiguo amor. Con el corazón roto, Jaina y sus aliados huyeron por el Pasaje Oculto mientas el Rey Exánime los perseguía. Al llegar a un acantilado, el Rompecielos acudió en su rescate salvándolos en el último momento. Durante el asalto a la Ciudadela, Jaina permaneció a la espera de los acontecimientos que se iban sucediendo. Junto a Varian, espetó a Muradin Barbabronce por no dejar que Varok Colmillosauro recuperara el cadaver de su hijo y, cuando el Rey Exánime fue derrotado, descubrió que Arthas aún guardaba un guardapelo suyo. Lucha contra la Pesadilla Jaina fue una de las víctimas de la Pesadilla Esmeralda, cuando ésta invadió el plano mortal bajo el aspecto de una misteriosa niebla mágica, atrapando a los ciudadanos de Azeroth cuando éstos se encontraban dormidos. En su pesadilla, Jaina seguía a su amor Arthas hasta Rasganorte para buscar la Agonía de Escarcha. Sin embargo, en lugar de dejar que Arthas fuera maldecido por la hoja rúnca, era Jaina la que soñó que se hacía con la espada, convirtiéndose en la Reina Exámine
Jaina asistió al homenaje a los caídos durante la Guerra contra el Rey Exánime en Ventormenta. Tras conocerse la notica de que un supuesto ataque de la Horda había alcanzado una caravana de elfos de la noche, Jaina apaciguó los ánimos bélicos del Rey Varian y le convenció para optar por medidas diplomáticas. Varian no perdió la ocasión de comentarle a la maga su tendencia a depositar su confianza en la gente equivocada, tanto en la Horda como en Arthas. Varian se marchó de la capital humana y dejó a Jaina al cargo de Anduin, a quien la hechicera entregó una piedra de hogar que estaba conectada con Theramore. Tras esto, Jaina se reunió en secreto con Thrall para pedirle explicaciones por la violación del tratado de paz pero el Jefe de Guerra le contestó que no había autorizado ningún ataque y que, a pesar de las demandas de Varian de llevarlo ante la justicia, confiaba en que ambas facciones continuaran con su relaciones diplomáticas de forma pacífica. Sin embargo, ante la negativa del orco de reconocer públicamente sus palabras, Jaina le advirtió que era posible que la Horda y la Alianza comenzaran una guerra. Los problemas para los líderes de la Alianza y la Horda sin embargo estaban lejos de terminar. Por una parte Magni Barbabronce había sido petrificado por una maldición y Forjaz ocupada por las tropas de Moira Thaurissan, mientras que por otro lado, Cairne había sido traicionado por los Tótem Siniestro que lo habían envenenado y acabó pereciendo en un enfrentamiento con Garrosh. Jaina tuvo que asistir al funeral del rey enano y acoger a un exiliado Baine en Theramore donde también se encontraba Anduin. El jóven príncipe se enteró que su padre había enviado a agentes del IV:7 para asesinar a Moira de modo que convenció a Jaina para que le ayudara a evitar este desastre diplomático, abriendo un portal a Forjaz donde finalmente, fue capaz de disuadir a Varian [11]. Cuando la devastación sacudió Azeroth, las tensiones aumentaron y Jaina se desplazó a Ventormenta que estaba siendo atacada por elementales para ayudar a protegerla. En Kalimdor, Theramore había resistido pero la Horda había lanzado ofensivas a los emplazamientos de la Alianza cercanas tras perder el Campamento Taurajo, que habían provocado el aislamiento de la ciudad fortificada tras el desplazamiento de un gran número de efectivos orcos hasta Vallefresno. Por otro lado, los elementales comenzaron a asediar el Monte Hyjal con la intención de quemar a Nordrassil por lo que Jaina de desplazó hasta allí, donde además asistió como testigo al enlace entre Thrall y Aggra. El fin de Theramore El ansia de conquista de Garrosh sobre Kalimdor, le llevó a lanzar un ataque sobre el Fuerte del Norte, muy cerca de Theramore. Ante la sospecha de que la ciudad fortificada podía correr su misma suerte, Jaina pidió ayuda al Kirin Tor y a Kalecgos que andaba buscando el iris de enfoque, robado durante un traslado del Vuelo Azul. El Kirin Tor, tras varias deliberaciones, envió a cinco magos para ayudar en la defensa de la ciudad: Rhonin, Tari Cogg, Amara Leeson, Thoder Windermere y Thalen Tejecanto. Por su parte, Ventormenta envió a varios navíos del IV:7. Theramore no tardó en ser atacada por varios frentes. Durante el ataque, Jaina descubrió que Thalen trabajaba para la Horda y había descuidado a propósito su parte del muro exterior que se encontraba inusualmente debilitado. Tras acabar con él y aumentar las defensas, la Horda se retiró y la Alianza cantó victoria. Sin embargo, el plan de Garrosh no consistía en conquistar Theramore por tierra sino por aire. La razón del ataque había sido el introducir varios agentes que, aprovechando el fragor de la batalla, habían saboteado las defensas aéreas de la ciudad. El siguiente paso fue enviar un zeppelin con una bomba de maná creada por los elfos de sangre, cuya potencia resultaría aumentada gracias al iris de enfoque. Cuando la Alianza se dio cuenta del plan de la Horda ya era demasiado tarde, el iris de enfoque provocaba interferencias que evitaban que se pudiera usar la magia y las defensas aéreas no funcionaban. Jaina fue arrastrada al interior de un portal por Rhonin mientras él atraía la bomba hacia la torre de hechicería de Theramore, el lugar más seguro para evitar la deflagración. Cuando Jaina recuperó el conocimiento, Theramore había desaparecido junto a Rhonin. Furiosa, se dirigió a la torre de hechicería donde se había estrellado el zeppelín y robó el iris de enfoque. Tras tratar de convencer en vano a Varian y Anduin para atacar Orgrimmar, Jaina se dirigió a Dalaran donde robó un libro donde se explicaba cómo usar el iris de enfoque. Dispuesta a vengarse de la Horda, se dirigió a la Isla de Batalla donde invocó un gran ejército de elementales de agua con la intención de enviarlos en forma de tsunami a Orgrimmar. Sin embargo el ataque a Theramore y las recriminaciones de Jaina a Varian, habían provocado una reacción en la Alianza que se había sentido agredida, de modo que Ventormenta había enviado una gran flota que se encontraba frente a las costas de Durotar. Esto provocó que, en el caso que Jaina desatara la ola gigante, todo su ejército naval quedaría destruido. La intervención en última instancia de Kalecgos evitó su acción. Orgrimmmar no fue destruida pero la Alianza recuperó el Fuerte del Norte. Jaina y Kalec regresaron a Dalaran y la hechicera devolvió el iris de enfoque al Vuelo Azul. El Kirin Tor, en vista de la muerte de Rhonin, decidió nombrar a Jaina como su nueva líder. Pese a todo, el caracter pacífico y dialogante de Jaina, había muerto junto a Theramore .
Los cambios no tardaron en llegar a Dalaran. Después de haber promulgado durante tantos años la colaboración entre la Alianza y la Horda, Jaina se enfrentó a los Atracasol, acusándoles de servir a Garrosh y espiar los asuntos del Kirin Tor. En un principio, Jaina defendió la neutralidad de Dalaran para tratar de evitar una guerra, incluso defendiendo a los elfos de sangre cuando la Alianza envió a Anduin a la Ciudadela Violeta para hablar con Jaina y covnencerla de que el Kirin Tor debía luchar contra la Horda. Sin embargo, todo esto cambió cuando los elfos de Darnassus encontraron la campana divina en Pandaria, un artefacto mogu que la Horda ansiaba. Los elfos pidieron ayuda mágica a Jaina para evitar que el artefacto fuera robado y la hechicera sembró la capital de Teldrassil con defensas mágicas. A pesar de sus esfuerzos, la Horda consiguió infiltrarse en Darnassus y robar la campana. Cuando Jaina descubrió que los Atracasol habían sido los responsables de sabotear las defensas mágicas, poniendo a disposición de los ladrones portales de huída a Dalaran, convocó a la Alianza, el Kirin Tor y el Pacto de Plata para purgar la ciudad volante de elfos de sangre. Aquellos que se rindieron fueron encarcelados en la Ciudadela Violeta; el resto fueron ensartados por las armas del ejército de Dalaran. Por su parte, Aethas consiguió escapar utilizando un portal hacia Lunargenta [13]. Tras esto, Jaina declaró que Dalaran dejaba de ser neutral para reincorporarse a la Alianza, algo que Varian celebró especialmente no sin antes recordarle a la hechicera sus avisos sobre las intenciones de la Horda desde los tiempos de la lucha contra el Rey Exánime. Este cambio fue propuesto con todas sus consecuencias. Después de que Jaina hubiera intentado que los sin'dorei volvieran a la Alianza como antes de la Tercera Guerra, ahora se sentía engañada y aceptaba la opinión de Varian de que "una vez en la Horda, siempre eres de la Horda". Los preparativos para la inminente guerra comenzaron con la promesa de no escatimar esfuerzos ni reservar energías, sobre todo después de que Jaina recibiera la noticia de que Anduin había quedado inválido tras tratar de detener a Garrosh en su intento por utilizar la campana divina.
los Zandalari, despertaron a Lei Shen, la Horda envió un destacamento llamado el Embate de los Atracasol, liderado por Lor'themar para investigar los posibles artefactos mogu que podía haber en la Isla del Trueno. Ante la posibilidad de que volviera a repetirse lo acaecido con la campana divina, Jaina formó la Ofensiva del Kirin Tor, estableciendo su base en el Alto Violeta. Tras el asalto y la destrucción de la Puerta del Emperador el Shadopan y la Ofensiva del Kirin Tor se encargaron de asegurar las Forjas del Trueno y el Muelle Aguaturbia. Cuando las armas de las forjas fueron liberadas y el Shadopan se hizo con el control del muelle, los miembros del Kirin Tor comenzó el asedio. Jaina lideró a la Alianza contra Shan Bu antes del asalto final a la fortaleza del Rey del Trueno. Pronto descubrió a las fuerzas de Lor'themar por los alrededores pero, queriendo enfrentarse a un solo problema a la vez, prefirió centrar sus esfuerzos en luchar contra los mogu del patio de la fortaleza antes que encararse de nuevo con la Horda para averiguar el paradero de Aethas. Cuando Shan Bu fue derrotado, Jaina y Lor'themar se encontraron frente a frente. Jaina exigió la entrega de Aethas a cambio de la vida del regente de Quel'Thalas mientras que Lor'themar le exigió la liberación de los Atracasol encerrados en el Bastión Violeta. El ambiente se caldeó hasta el punto que Taran Zhu, a pesar de la gravedad de sus heridas, tuvo que intervenir para separar a ambos líderes. Aunque ambos obedecieron, Jaina dejó claro que no habría una verdadera paz hasta mientras Garrosh dirigiera la Horda. Para su sorpresa Lor'themar le dio la razón y le emplazó para guardar su fortaleza el día que se produjera la caída del Jefe de Guerra. La respuesta de Lor'themar suavizó el carácter de Jaina que ordenó a Vereesa y sus fuerzas bajar la guardia y retirarse sin que en el el patio de acceso a la fortaleza se hubiera derramado sangre alguna Cuando el asalto al Solio del Trueno dio comienzo, Jaina le confió a sus aventureros de más confianza la misión de utilizar en el Pináculo de las Tormentas el su bastón para absorber el poder del Rey del Trueno y fusionarlo con el suyo para utilizarlo contra Garrosh cuando llegara el momento.
se dirigió a la Cámara de Y'Shaarj cuando se enteró que Garrosh había corrompido las pozas del Valle de la Flor Eterna para revivir el Corazón de Y'Shaarj. Al llegar, el Sha del orgullo yacía derrotado por los héroes de Azeroth ante la mirada del Eremita Cho y Lor'themar. La corrupción de Valle y la arrogancia con la que el líder de la Horda había tratado a Pandaria no sorprendieron ni a Jaina ni a Lor'themar. Tras una breve discusión Jaina abrió un portal para transportar a los aventureros a Orgrimmar donde ya se había reunido el grueso de ejércitos de la Alianza y la Horda para dar comienzo a su asedio. Junto a Vereesa, Jaina sirvió de apoyo al Rey Varian en la toma de la Bahía de Garrafilada, luchando contra las fuerzas que se habían congregado en la playa al mando de Galakras. La caída de Garrosh se produjo bajo el búnker que había construido bajo Orgrimmar gracias al esfuerzo conjunto de los asaltantes. Jaina no disimuló su desprecio hacia la Horda, acusándola de urdir maquinaciones contra la Alianza. Aunque intentó persuadir a Varian para que aprovechara la ocasión de desmantelarla, aprovechando que se encontraba sin un líder y había sufrido bastantes bajas. Sin embargo, muy a su pesar, Varian decidió ofrecer un pacto a Vol'jin, una acción que Jaina no dudó en predecir como equivocada. La hechicera estaba convencida de que Varian se arrepentiría algún día de haber permitido que hubiera un nuevo Jefe de guerra en la Horda y no le daba a Vol'jin más que unos pocos años para demostrarlo.
Después de la derrota de la Legión Ardiente, Jaina vuelve a involucrarse activamente en la reavivada guerra entre la Alianza y la Horda. Ahora está afiliada con su nación natal, Kul Tiras, gobernada por su madre Katherine Valiente. World of Warcraft